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    La forma de vida que llevamos en la actualidad llega a ser muy estresante para muchas personas. La dermatitis por estrés es uno de los síntomas de esa ansiedad diaria que no es saludable para nadie. Dermatólogos con amplios conocimientos y experiencia en el sector han demostrado la relación entre los factores psicológicos y la piel. ¿Cuáles son las causas que desencadenan esta dermatitis nerviosa? ¿Cómo puede tratarse? Vamos a responder las dudas más frecuentes y repetidas sobre este tema. Y, para formarte profesionalmente en este sector, contamos con ofertas formativas increíbles, como la Maestría Internacional en Dermatología.

    ¿Qué es la dermatitis por estrés?

    Se denomina de esta forma al ser un efecto del estrés que padece una persona y que se refleja en su piel. Es decir, cualquier zona del cuerpo puede lanzarnos esta señal, aunque suele ser en el rostro, las manos o la cabeza. Entre los síntomas de esta dermatitis, la más obvia es la reacción que se produce en la piel. Se trata de un enrojecimiento visible en algunas partes del cuerpo, picores, sequedad, etc. Por otra parte, el cabello también puede sufrirlo, aunque en este caso es evidente por la aparición de caspa.

    Un porcentaje elevado de la población experimenta estrés durante su día a día. En algunos casos, las erupciones en la piel llegan a ocurrir como consecuencia de esta tensión en las persona que la viven. No debemos confundir el estrés leve con el estrés crónico, pues el primero es algo normal que no debe preocuparnos en exceso, mientras que el segundo debe ser tratado, ya que, a la larga, puede desencadenar muchos efectos secundarios.

    ¿Qué tan malo puede llegar a ser? Los problemas que se desarrollan en la piel y que han sido producidos a causa de situaciones estresantes, tienen su origen en la circulación de la sangre. Así pues, se genera inflamación en la piel y, posteriormente, da lugar a la picazón y el enrojecimiento.

    ¿Cómo puedo reconocer la dermatitis nerviosa?

    La dermatitis nerviosa era complicada de diagnosticar antes, aunque ahora podemos atender a una serie de aspectos que se han dado a conocer tras diversos estudios de expertos en el ámbito.

    Hablando del estrés, sabemos que hay muchos problemas que se derivan como consecuencia de esta situación. Por ello, incluso nosotros/as podemos notar el cambio que sufre nuestro cuerpo cuando nos enfrentamos a una etapa demasiado estresante. Las personas que cuentan con niveles elevados de estrés, en ocasiones, llegan a presentar dolores de cabeza, espalda, estómago, músculos, entre otros síntomas. Estos son algunos signos de la dermatitis por estrés:

    • Descamación en la piel, más conocido como caspa.
    • Picazón, viéndose más afectada cuando se pasa por una crisis de ansiedad.
    • Piel engrosada.
    • Piel seca.
    • Bultos en los folículos pilosos.
    • Ampollas que pueden acabar reventando y produciendo lesiones de difícil cicatrización si no se atienden bien.
    • Brotes en ciertas partes de la piel que se enrojecen y parecen picaduras de insectos.

    Duración de los síntomas

    Este tipo de brotes que se presentan a causa del estrés y los nervios no tienen una duración determinada, ya que depende de cada persona. A veces, los síntomas pueden desaparecer en dos días. En otros casos, los picores y brotes se extienden durante semanas e incluso meses. Sea cual sea la duración, es fundamental evitar rascarse las llagas, ya que debajo de las uñas tenemos mucha suciedad, por lo que se puede producir infección.

    La dermatitis por estrés aparece como consecuencia de niveles de estrés y ansiedad altos, así que suelen desaparecer cuando esa situación ha finalizado. Por lo tanto, es muy importante visitar al dermatólogo para proceder con el tratamiento más adecuado. Además, este especialista se encargará de asegurarse sobre el origen de la dermatitis, ya que puede estar producida por agentes externos de fácil solución.

    ¿Cómo evitar la dermatitis por estrés?

    Lo primero que hay que hacer ante este efecto del estrés es dar con el elemento que está haciendo aumentar los nervios. Posteriormente, hay una serie de consejos, tips y medidas que te serán de gran ayuda si estás haciendo frente a una dermatitis nerviosa.

    Hidrata la piel

    Esto es algo imprescindible aunque no tengamos dermatitis, pero lo es aún más si nos han diagnosticado esta irritación de la piel. Por lo tanto, es necesario mantener hidratada la piel de forma continua y constante con productos especiales de origen natural o fármacos.

    Baños de corta duración

    Si la piel se mantiene en contacto con el agua excesivamente, puede aparecer sequedad. Por ello, es recomendable que los baños no duren más de 10 minutos y que sean con agua templada. Por otro lado, para secar la piel es mejor hacerlo a toques, evitando frotar con la toalla.

    Evita temperaturas extremas

    El calor empeora los síntomas, por lo que es imprescindible evitar las temperaturas altas. Además, la sudoración irrita la piel, aumentando el rascado y agravando los síntomas. Tampoco se debe exponer la piel al frío, ya que la sequedad y las lesiones pueden incrementar.

    Usa ropa de algodón

    Como ya hemos comentado, la sudoración debe evitarse, ya que empeora el estado de la piel y la dermatitis. En este caso, el algodón es la tela más popular para dejar pasar el aire, algo indispensable para la transpiración de la piel. Así, los síntomas de la dermatitis no empeoran.

    Complicaciones de la dermatitis nerviosa

    Hay personas que deciden no acudir a un especialista y dejar que las rojeces vayan desapareciendo. Esto es un error que nunca debes cometer, pues hay posibles complicaciones a las que tienes que prestar atención. A parte de las infecciones que pueden producirse, hay otros riesgos a los que es mejor no enfrentarse.

    Por ejemplo, en las personas de piel oscura o negra que sufren dermatitis es posible que la piel se aclare o se oscurezca. Esto es muy complicado de revertir, pudiendo llevar meses o años volver al tono de piel anterior. Por otro lado, si la picazón persiste, será complicado conciliar el sueño, dando paso a una mala calidad de sueño.